miércoles, 18 de abril de 2012

Añoranza

Éste es un relato que escribí para el certamen literario-musical que mi colegio celebró este año. He sido uno de los seleccionados (me acaban de dar la noticia, ¡Bien!). Sin embargo, no hay que emocionarse, puesto que esto es un "certamen" y no un "concurso" por lo que, como tal, no se deben nombrar ni ganadores ni vencidos.

Añoranza
   Sonó el timbre. Era un día de junio. El sonido de las sillas llenó el edificio. Los alumnos abandonaban el colegio, pero volverían a él en varios meses. Él no. No volvería a recorrer esos pasillos que le habían visto crecer. No volvería a estar con sus amigos en las mesas, a veces atendiendo, a veces no. Ellos sí lo harían. El año siguiente estarían juntos de nuevo. Se quejarían de sus tareas y protestarían sin saber por qué. Él no.
      Ya no había nadie. Todo el mundo se había ido. Se paseó por las clases, con mesas y sillas vacías. En algunas, las pizarras estaban escritas.
        Nunca pensó que pudiera echar de menos todo esto. Aunque siempre quiso estudiar, el mero hecho de obligarle a dejarlo le hacía querer aferrarse a ello con más fuerza. Su madre se había puesto enferma y, sin su padre, no tenían medios para sobrevivir, así que él tenía que empezar a trabajar cuanto antes. En palabras de su madre, "Estudiar era bonito, pero inútil". Juró no hacerles esto a sus hijos y, apenado, salió del lugar donde el tiempo vuela, presto a empujarte hacia tus sueños. Pero, antes de irse, sonrió.

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