Supongo que habrás oído hablar de
mí. Depende de dónde hayas nacido, me llamarás con un nombre o con otro, me
verás de una forma o de otra. Puede incluso, que creas en varios como yo. Creo
que, sólo por eso, no diré cómo soy realmente. Quiero que me veas tal y como
crees que soy.
No sé qué opinión tendrás de mí. Me
imagino que, tras todas las catástrofes ocurridas, no será muy buena. Sin
embargo, diré en mi defensa, que yo no tuve la culpa.
¿Dirías que los padres de un hijo
que se malogra cuando se ha independizado de ellos son los culpables de tal
comportamiento? No, ¿verdad? Pues trátame como a ellos.
Mi intención nunca fue hacerte daño.
Todo lo contrario. Todo lo que ves y sientes lo creé para ti. Coloqué las
estrellas en las constelaciones para que vieras formas conocidas en el
firmamento y no te sintieras sobrecogido por su inmensidad. Llené el mundo de
cosas verdaderamente maravillosas; oceános eternos, bosques encantados,
montañas que parecían inalcanzables... Lo creé todo de forma que pudieras
explicarlo con leyes fáciles y sencillas que tú entendieras.
A
lo largo de la historia creé diversos seres vivos que te alimentaron y te
acompañaron en tu camino. En ese proceso te di manos para que te pudieras valer
por ti mismo. Te hice capaz de ver la belleza, y de crearla. Te di una de las
cualidades más nobles de todas: puedes amar.
Sin
embargo, de lo que más orgulloso me siento es de tu inteligencia. Ha sido mi
mejor proyecto. Qué pena que se haya malogrado de esa forma. Qué lástima que la
hayas usado para aquello que te perjudicaba a ti mismo y a al mundo que te creé.
Te
quiero como hijo mío que eres. Sin embargo, he de decirte que siento pena por
ti. Hace tiempo que no me escuchas, y has exagerado y utilizado para tus
propios fines las palabras que en su día pronuncié, otorgándoles otro sentido
completamente distinto.
Has
causado más males de los que yo, en mi obra, provoqué con errores. Sí, yo
también me equivoco...
Por
todo ello, he de despedirme. Ya no me sientes, por lo que esto no te causará
dolor. Es más, ni siquiera te darás cuenta. No sé adonde iré. Realmente tampoco
me importa. Sólo espero que sepas vivir sin mí. Te deseo lo mejor del mundo,
Aquel que te dio la vida.