“ Astrum Draconis”
Como
todos los días, se despertó y se lavó la cara en el río. Después se vistió y
salió a cazar con su arco y sus flechas. Mientras caminaba, atento a todos los
sonidos del bosque, empezó a pensar sobre su vida. Por varias circunstancias,
vivía en ese bosque desde hacía tres años. Él sentía cómo pasaba el tiempo a su
alrededor, los días, los meses, las estaciones...
De
repente, un batir de alas le apartó de sus pensamientos. Una sombra inmensa
tapó el sol y cubrió el suelo. Él, intrigado, miró hacia atrás mientras corría.
El miedo le hizo pararse. Sorprendentemente, era un dragón azul celeste. Los
animales del bosque corrieron asustados mientras el ser mitológico volaba entre
las nubes.
Aterrorizado,
huyó de la bestia, creyendo que sería su próxima comida.
–“Ven,
ayúdame, por favor” –decía una voz.
Él
sabía que los dragones engañaban a sus víctimas hablando con ellas, así que
corrió mientras la criatura le observaba desde el cielo. Sintió que el animal
descendía y, antes de que éste pudiera comerle, cogió una flecha y apuntó mientras
disparaba. Por casualidad, o por acción del destino, la flecha alcanzó la boca
del dragón, atravesando su paladar. El ser cayó hacia el suelo, muerto.
Se
acercó a la bestia, orgulloso de su captura. Pero ya no estaba. En su lugar,
había una bella mujer. Vestía una túnica blanca. Su pelo era dorado como el
sol, y brillaba con la luz. Toda su belleza estaba rota por la sangre que
manchaba su cuerpo.
No
sabía lo que había sucedido. Todo era tan confuso... ¿dónde estaba
el dragón?
¿Quién era esta mujer? Estaba intentado encontrar alguna respuesta, cuando
volvió a escuchar la misma voz:
–Yo
soy esa mujer, y también soy el dragón que mataste. Era una noble que estaba
embrujada y te pedí ayuda. Si me hubieras ayudado, te habría recompensado con
riquezas y con mi mano en matrimonio. Pero tú decidiste que mi vida acabara.
Como castigo, tú recibirás la misma maldición que yo.
De
repente, sintió que aumentaba de tamaño, mientras su cuerpo se transformó en el
de un dragón. Creyendo que la gente intentaría matarlo, como él lo había echo
con la mujer-dragón, huyó. Sabía que en ningún lugar de la Tierra estaría a
salvo así que voló hacia el cielo. Por el día, dormía en una nube, para que los
rayos del sol no le dañaran. Por la noche, ascendía para llegar a las
estrellas. Los dioses, viendo que tardaría siglos en llegar hasta el
firmamento, decidieron elevarlo ellos mismos. Así que, mientras él dormía,
ellos lo tomaron en su seno y le colocaron entre las estrellas.
Desde
entonces y cada noche, se puede ver al dragón girando en torno a la Estrella
Polar, intentando huir de la tierra. Intentando huir de nosotros.
Supongo que no tengo que decir quién soy, así que al grano:
ResponderEliminarMe ha gustado mucho la historia, el título es genial. El final de esta historia es lo que yo denomino "sentencia final" (es decir, que me ha encantado)
Me despido por hoy, mi planeta me reclama